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“Cada vez que eliges un alimento ultraprocesado, un envase plástico o una botella expuesta al calor, estás alimentando silenciosamente una carga tóxica que no solo afecta tu cuerpo, sino también tu mente y tu energía vital”, advierte la Dra. Evelin Veras, médica integrativa experta en regeneración celular y salto cuántico evolutivo.
Los microplásticos ya no solo están en el mar o en los envases: han sido detectados en la sangre, pulmones, placenta, leche materna y recientemente en el cerebro humano. Un estudio publicado en Nature Medicine reveló que estos fragmentos diminutos —con el mismo peso que una cuchara plástica— se acumulan en áreas profundas del cerebro, como el bulbo olfatorio y regiones asociadas con funciones cognitivas. Incluso se observaron concentraciones de 3 a 5 veces más altas en cerebros de personas que padecían demencia, lo que sugiere una posible relación entre estos residuos tóxicos y el deterioro neurológico.
Este cuadro clínico, acompañado por alteraciones cognitivas, digestivas o inflamatorias, suele indicar una disfunción en la histamina, una molécula clave en la respuesta inmunitaria, digestiva y neurológica. Cuando hay un desequilibrio en la producción, degradación o sensibilidad a la histamina, el cuerpo puede reaccionar con síntomas como inflamación crónica, niebla mental, insomnio, fatiga, edemas o ansiedad. Esta alteración, además, está estrechamente relacionada con una sobreactivación del sistema nervioso parasimpático, que pierde su capacidad de autorregularse frente a estímulos internos o externos, generando un estado constante de alerta o agotamiento.
La Dra. Veras ha observado que en muchos casos estos desequilibrios coinciden con procesos más profundos de colapso energético celular y con distorsiones en la lectura neuroquímica del entorno, lo que requiere un abordaje multidimensional.
El tratamiento que incluye en el ámbito cuántico, una nueva línea de tiempo, desde el punto etérico no dualidad, es un Salto Cuántico, desarrollado por la Dra. Veras, el cual ha mostrado resultados visibles en tan solo tres meses, no solo a nivel físico, sino también energético, hormonal y espiritual.
“Cuando hay afectación en el núcleo celular, se requiere una intervención profunda y urgente. Comúnmente, de acuerdo a las prácticas ancestrales, la inflamación del organismo se puede reducir con jengibre o cúrcuma, pero si no abordamos el origen del colapso, el cuerpo seguirá manifestando desequilibrio”, advierte.
La Dra. Veras reitera que “los microplásticos no deberían estar en el cerebro humano. Y sin embargo, están. No podemos seguir ignorándolo. La transformación comienza en cada elección que hacemos al llenar nuestro carrito de compras, al cocinar, al respirar. Es tiempo de limpiar el cuerpo, reconectar con la energía vital y recuperar la soberanía sobre nuestra salud”.
La Dra. Veras ha observado en sus pacientes un patrón recurrente: los primeros síntomas aparecen como molestias digestivas leves, pero progresan hacia edemas, inflamación, pérdida de concentración y alteración de la histamina. “Todo indica una sobreexcitación del sistema parasimpático y un colapso energético que, en muchos casos, está vinculado a la activación de la matriz dual y al Trastorno de Polaridad de Género, un desajuste profundo en el equilibrio físico y espiritual del individuo”, explica.
Frente a este escenario, la Dra. Veras propone un protocolo de desintoxicación integral, que incluye:
· Consumo de algas marinas, ricas en potasio, fibras, omega-3, flavonoides y carotenoides, con propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y protectoras del sistema digestivo y la piel.
· Ingesta de agua alcalina, que favorece la eliminación de toxinas y mejora la bioelectricidad celular.
· Eliminación de ultraprocesados y empaquetados, como galletas, arroz o pastas envasadas, así como evitar el consumo de agua embotellada expuesta al sol o al calor.
· Recomendaciones personalizadas: para algunos, ejercicios para ganar masa muscular; para otros, técnicas de respiración y relajación, según la necesidad de equilibrar el sistema nervioso.
Los efectos del plástico sobre la salud son diversos y preocupantes:
Daño cardiovascular: hasta cinco veces más riesgo de sufrir un infarto o derrame cerebral.
Trastornos digestivos e inmunológicos: al alterar la microbiota intestinal, los microplásticos favorecen la inflamación, la disbiosis y el malestar tras consumir alimentos que antes no generaban reacción.
Neurotoxicidad y alteraciones del estado de ánimo: se ha encontrado que estas partículas afectan regiones cerebrales vinculadas a la memoria, el sueño y el equilibrio emocional, contribuyendo a la ansiedad, depresión y fatiga crónica.
Problemas reproductivos y hormonales: se han hallado microplásticos en placentas y leche materna. Además, contienen ftalatos y bisfenol A, disruptores endocrinos que interfieren con el sistema hormonal, afectando el metabolismo y la fertilidad.